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Viernes, octubre 25 de 2013

Chile y la Ocde por Ignacio Briones, Embajador de Chile ante la OCDE

La visita esta semana del secretario general de la Ocde, Angel Gurría, es una buena instancia para reiterar la importancia que tiene para Chile el pertenecer a esta organización a la cual ingresó en mayo de 2010.

Con 34 países miembros, incluyendo las principales economías desarrolladas, la Ocde es el principal referente mundial de mejores prácticas en políticas públicas. El foco va más allá de lo económico. Siempre basado en datos y en regulación comparada, éste abarca un amplio espectro de temas, tales como educación, políticas sociales, trabajo, modernización del Estado, innovación, mercados financieros o medioambiente, entre otros.

De esta forma, el principal beneficio para Chile de pertenecer a la Ocde es institucional. Lo que se obtiene es asesoría técnica, comparaciones internacionales que sirven de referencia, evaluaciones de pares y, en último término, recomendaciones de buenas prácticas de políticas públicas a las cuales converger.

Un ejemplo reciente ilustra el punto. ¿Se acuerda del conflicto entre Codelco y Anglo American en 2012? Gracias a una excelente gestión de Codelco, éste concluyó rápida y exitosamente, agregando valor para la empresa y el Fisco por más de US$ 5.000 millones. Probablemente, dicho éxito no hubiera sido el mismo sin la reforma al gobierno corporativo de Codelco -condición necesaria de acceso a la Ocde- que eliminó a los ministros del directorio y profesionalizó la gestión del mismo con un foco hacia la creación de valor.

Si bien sus recomendaciones no son vinculantes, la Ocde es una voz autorizada llamada a influir en nuestro proceso de formación de políticas públicas. Se trata de un tercero imparcial cuya reputación y diagnósticos apoyados en evidencia contribuyen a visibilizar los problemas y proponer soluciones basadas en las mejores prácticas. Esto facilita la coordinación y el necesario consenso para emprender reformas de largo plazo. El caso de México y las reformas estructurales que está llevando a cabo exitosamente en base a recomendaciones Ocde es un buen ejemplo de esto.

Desde su ingreso a esta organización, Chile ha tenido una participación activa. Más de 300 funcionarios públicos han asistido a cerca de 1.700 reuniones. El Presidente Piñera ha visitado la Ocde en dos ocasiones, mientras que 16 ministros y subsecretarios han hecho lo propio en reuniones de alto nivel. Esta es una prueba de la importancia que nuestro gobierno le asigna a la Ocde. El Parlamento también ha tenido una participación muy activa a través de la Red Parlamentaria de dicha organización. De esta forma, nuestra relación con la Ocde se erige en una bienvenida política de Estado. 

En suma, los beneficios de pertenecer a esta institución son evidentes. Chile tiene el tercer ingreso per cápita más bajo de la Ocde. En parte, por lo mismo, en varios planos tiene indicadores comparados más débiles que sus pares. Esto que parece un problema, representa en realidad una oportunidad. La comparación con las “grandes ligas” será siempre más fructífera y desafiante que ser el campeón del torneo local. Para un país que aspira al desarrollo en un sentido amplio, aprender de primera mano de países que enfrentaron problemáticas similares en su vía al desarrollo representa un valioso activo y una tremenda oportunidad que cabe seguir aprovechando y potenciando.