En 1929, bajo la administración de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931), comienza a construirse el edificio del Ministerio de Hacienda, proyecto diseñado por los arquitectos Josué Smith Solar y José Smith Miller.
En 1927, padre e hijo profesionales, ya se habían adjudicado el concurso público para la remodelación de la fachada sur del Palacio de La Moneda, elaborando posteriormente un “Proyecto de Centro Cívico de la Capital” que comienza a desarrollarse en 1930.
En este contexto, se reglamenta la altura de los edificios que van a rodear las plazas proyectadas en torno a La Moneda, a fin de equilibrar la composición con la cota y el estilo del palacio presidencial.
Para tales efectos, el edificio del Ministerio de Hacienda era considerado un “rascacielos” en torno al cual se debían equilibrar algunas construcciones posteriores como la del edificio que se construía en Moneda con Morandé para la Caja del Seguro Obrero (1932, actual Ministerio de Justicia), justo en la esquina opuesta.
En las nuevas dependencias del Ministerio de Hacienda se utilizan nuevas técnicas de diseño y construcción en altura, como el uso del hormigón armado y la utilización de plantas libres, según los novedosos postulados de la arquitectura moderna.
Se conjugan perfectamente lo innovador y funcional del tramo central de las fachadas, con algunos elementos decorativos formalistas e historicistas de los primeros pisos, además de ciertos detalles ornamentales en el remate superior que podrían vincularse al “Art Decó”.
Como buenos expertos en la modelación de fachadas con colecciones de figuras y elementos simbólicos, los Smith juegan también a representar y atenuar, en un sentido metafórico, la incertidumbre de la época frente a la crisis económica mundial generada en 1929 tras el quiebre de la bolsa de Nueva York, desplome que no tardó en repercutir también en Chile.
Es así como la figura femenina ubicada en la esquina con calle Moneda, que en su mano sujetaba una vasija o jarrón, puede ser interpretada como “fuente o cuerno de la abundancia”, emblema de prosperidad y fortuna que proviene de la mitología griega.
Este grandioso proyecto arquitectónico es considerado el primer gran edificio símbolo de las construcciones públicas, donde su gran atractivo y cualidad es que no se encasilla en ningún estilo en particular, sino que incorpora una serie de estilos que desembocan en una acabada y distinguida unidad.